lunes, 3 de abril de 2017

SENTENCIA DE AMOR.



Duele tu mirada amor, cuando de soslayo me acaricia, y se clava como daga afilada que traspasa el ánima, haciéndome sentir culpable del extravío.

-¡Más no fui yo!

Tal vez fuimos los dos quienes no supimos conservar nuestro cariño.

Cuando en las tardes de hastío, moría en la espera de una frase de amor, una palabra de consuelo que me hiciera sentir que estaba viva, y en las noches de luna estrellada, en que la lumbrera asomaba disimulada atrás del horizonte, mofándose de mi paciencia, desfallecía de soledad.

Y ahora, recitas que tu alma esta plañida de gotas de rocío, tras la pantalla del ordenador, necio amor.

-¿Es que no ves a caso que me he cubierto mis ojos para que no te des cuenta que también mi corazón al igual que el tuyo, gime de dolor?-

-¡Necio amor!-

-¿Ves?- soy mujer y también lloro.


No me avergüenza, porque a la vez, si lo sabe Dios, que lo sepa el mundo entero. Llorar por amor no es pecado; delito es no saber amar y yo, te amo con el alma, con el corazón y aún con mi mirada, donde te llevo clavado como un dardo envenenado que no permite que cierre la herida que ha provocado tu partida, y a la cual me has sentenciado a vivir una y mil lunas sin estrellas. En lo que yo ante el Sagrado Juez dicto mi veredicto.

-¡Juro que me amarás de por vida!-



Autora: Ma Gloria Carreón Zapata
Imagen tomada de Google.




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